domingo, 2 de agosto de 2009

Signos tácitos

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En este momento me harta la sintaxis y la poesía como amante recelosa; la abandoné por tus dedos en mis labios y en mi humedad; por tus palabras certeras, pertinentes, figuradas, oscuras, de sol, de alcohol, de tabaco, de morbo, de duda y en ocasiones de ritmos cubanos. No soy paz o línea recta, pero seré lo sublime y lo grotesco. Y no pretendo recrearte con metáforas elaboradas ¿para qué pintarte, escribirte o recitarte estética? Si moldeo tu cuerpo como escultura, a la medida de mis manos, de mi lengua, de mi sexo y de mi perversión. No eres mis ganas o mi reflejo, eres la arcilla atrapada en los dedos, el pincel en la mano y la palabra abstracta en mi mente; porque sólo contemplarte sería como suicidio matinal. Mis piernas febriles ya no te aguantan. Ven a curar mi frigidez, lo dudes o no, pero que sea pretexto. Ven ya, que esta noche te canjeo el ascetismo por hedonismo. No construyo puentes, pero te regalo ingeniería, ojos, manos, respuestas de acertijos, resolución de crucigramas y hasta la enmohecida fe que guardo dentro. Perdona la insolencia de mis gritos esporádicos y la vehemencia de mis palabras locas por tus apetencias. Te invito una copa y un domingo bohemio. No guardes los bongos ni el cencerro bajo la cama, que mis pupilas quieren probar tu música. Eres mi sinestesia. Si te vas a ir, llévate este mi vientre terco. Hagamos la situación tan sucinta como mi vestido de hoy. Te ofrezco el lecho de mis senos y el resguardo firme de mis brazos. Te regalo la fantasía de mi masturbación nocturna. Me resisto a abortar tu sabor de mí. Te ahorro los conceptos y las obligaciones preestablecidas, soy tu espacio y tu tiempo...